domingo, 8 de mayo de 2011

Murakami sobre la escritura

Fragmento del cuento “El ultimo jardín de la tarde” (traducción propia):

La memoria es como la ficción; o la ficción es como la memoria. Me dí cuenta de este hecho cuando comencé a escribir ficción, esa memoria parecía algún tipo de ficción, o viceversa. De cualquier forma, no importa cuánto uno trate de poner todo en una forma clara y definida, el contexto deambula para aquí y para allá, hasta que ya no está más. Lo que queda es una pila de gatitos acostados uno encima del otro. Llenos de vida, irremediablemente inestables. Después, para que todas esas cosas sean vendibles se los llama producto terminado –a veces es francamente vergonzoso sólo pensar en eso. Honestamente, me pone colorado de vergüenza y si yo me pongo así, estoy seguro que lo mismo le pasa a cualquiera-.
Aun asi, uno entiende la existencia humana a partir de estas actividades un tanto absurdas que descansan sobre motivos relativamente sencillos, y las preguntas sobre lo que está bien o mal prácticamente abandonan la escena. Ahí es donde la memoria toma el control y nace la ficción. A partir de este punto, se convierte en una máquina de movimiento perpetuo que nadie puede detener. Tambaleándose por el mundo, siguiendo un hilo sin cortar
Nos lanzamos hacia la nada. Esperemos que todo vaya bien, nos decimos. Pero eso nunca sucede. Ni sucederá. No funciona de esa manera.
¿En qué lugar nos deja eso? ¿Qué tenemos que hacer?
¿Qué hay para hacer? Yo, vuelvo a mis gatitos y los apilo de nuevo. Gatitos exhaustos, todos fláccidos y agotados. Pero aún si alguno se despertase y se descubriese apilado como leña para un fogón, ¿qué podría llegar a pensar? Podría, por ejemplo, levantar su cabeza y preguntar con desgano “¿qué está pasando?”. Si esto pasa –y siempre que no haya nada extremamente irritante en ello- hará mi trabajo mucho más fácil.
Esta es la forma en que yo lo veo.

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