lunes, 17 de agosto de 2009

Notas de cata - Casa Villarino Bar


Av. Presidente Wilson esquina Av. Calógeras, Rio de Janeiro


        Es una esquina imposible en el centro de Río. A simple vista parece un boteco más, nada especial. Tampoco se lo puede deducir del entorno, la Avenida Wilson a esta altura es una mezcla de edificios monumentales o acristalados, en una mezcla que sólo acá puede quedar tan bien. Caminando por la Avenida Wilson llegando a la esquina con Calógeras, por la mano par, justo después del kiosco, hay un cartelito de acrílico rojo desteñido con letras del mismo material pero amarillas que dicen Casa Villarino Bar, una palabra por renglón.
        La entrada, como te dije, es imperceptible. Apenas te va a llamar la atención una heladerita vitrina puesta en el lado derecho que exhibe cortes de bacalao fresco. Vas a completar la maniobra de ingreso levantando la vista. Te recomiendo que disfrutes lo que vas a mirar antes de verlo (es decir, lo que tus ojos perciben antes que tu cerebro se entere) porque te vas a sentir transportado a los años treinta, los vas a saber aún si no los conociste ni por fotos. Vas a encontrarte con un localcito, revestido en madera antigua, lleno de cosas ricas de todo el mundo con notable preponderancia de vinos. Casi ni se nota la entrada al salón, se pierde entre tantas cosas.
        Te advierto una cosa: llegado este punto, tené claro que si te queda algo de humano e igual decidís gambetear la heladera y entrar, cuando salgas ya no serás el mismo, aunque sea infinitesimalmente, Casa Villarino Bar te va a cambiar para siempre.
        Ahora sí. Entrá al salón. No es posible que sea real porque la entrada, en el localcito, te da las pistas erradas. Sin embargo ahí está. Pisos de baldositas blancas y negras que dibujan cuadrados. Mesas con tapas de mármol. Los frisos de la misma madera que el resto y vitrinas que los continúan hasta el techo, repletas de vinos y destilados. Los frisos que te cuento están remachados con fotos blanco y negro, enmarcadas. Dudo que reconozcas a alguien. Si le preguntás al mozo, te va a decir cualquier cosa. Lo que sí te puedo asegurar es que el lugar respira Historia, y del Arte nada menos. En la pared del fondo, a la izquierda te va electrocutar un póster, también enmarcado, de una exposición de pinturas de Fernando Lobo llamada A Mesa Do Vilariño.
        Resguardado del tiempo por las corazas de madera, te va a caer medio mal descubrir en el menú la dirección web. Y si, tiene una página donde vas a encontrar lo que el mozo nunca te va a saber decir. Como ya supiste sin saber, en este lugar Jobim fue presentado a un tal Vinicius y en esta misma sala se escuchó por primera vez la palabra Bossa Nova, atribuído sin mucha convicción a Fernando Lobo. Acá empezó todo, y se nota.
        Elegite una de las mesitas chicas, para dos. Esas que están apoyadas contra el friso de madera. No dejes pasar los detalles, ahí está la clave de todo: los espejos de bordes manchados por el tiempo, las tapas de luz de estilo victoriano, los ventiladores del año del ñaupa, un reloj de péndulo que marca las diez menos tres de algún día del siglo pasado. Pero tenés que prestar especial atención a las fotos, después te explico.
        El Villarino es un lugar para ir solo, a leer o escribir, a la tardecita o noche. Pedite un vino tinto (tiene que ser un vino de tabla francés o cabernet sauvignon chileno, los argentinos, que hay bastantes, no funcionan), unos quesos y jamón crudo. Estás a dos copas de distancia, recorrela. El lugar se te empieza a meter adentro y como ya te advertí, nunca más se te va a salir. Los de las fotos se empiezan a sentar en las otras mesas, en los mismos lugares de siempre. Escuchalos, hablan con acento carioca pero dá para entender. Comentan con devoción la gesta de Monte Cassino o alguna de las Copas del Mundo, en la mesa grande al lado del espejo, unos trajeados despotrican contra Fernando Henrique, te va a sonar tema conocido. El barbudo en la otra mesita atrás tuyo tira al aire el nombre de Veríssimo Filho. Ellis se pelea con Tom por los arreglos. Lobo hace unos garabatos que terminarán en el póster del que ya te hablé.
        Largá el libro un rato, igual no vas a poder leer demasiado, las voces antiguas te desconcentran. Volvé a las fotos, miralas con detenimiento. Vas a ver gente sentada en estas mismas mesas, posando con el mismo friso en sus espaldas remachado de fotos blanco y negro que son las mismas que ahora. Si me diste bola y te sentaste en la segunda mesita de la pared-vitrina de entrada, a la altura de tu sien izquierda, están retratados dos tipos sentados en la que ahora es tu mesa; un mulato joven y un veterano con aspecto de gringo, parecido a Neustadt. A sus espaldas está colgada una foto, por desgracia velada por la luz del flash, pero es la misma que se está tomando en ese momento.
Los que están ahora no importan. No te enojes, pero vos tampoco. Se te permitió estar ahí para mantener jóvenes las fotos y vieja la madera. Quedate hasta que los mozos, no tan tarde como deberían, empiezen a subir las sillas arriba de las mesas, es la señal, terminó tu tiempo. Cuando camines por la avenida, cantá bajito Águas de Março. También se te metió adentro, para siempre.

São as águas de março fechando o verão
É a promessa de vida no teu coração.


JCh, 14/8/09

Montaña, invierno, helada, noche


        La amaba y la temía. Pero no la tenía. Ni la tendría. Era como una luna, pero en las montañas, no cualquier luna. La de invierno en las noches de helada. En las montañas en invierno. Era perfecta. Era muy perfecta y estaba muy alto encima de las montañas.
        La amaba por ser perfecta, por eso la temía.
        Para alcanzarla me conseguí con los años un hogar de a siete horas por vez, a treinta mil pies de altura. Creí que así la tendría, pero no la tenía. A veces podía y quería espiarla por la ventanilla. Creo que era ella. Esta también era perfecta. Su piso eran las nubes altas. Siempre lo fueron. Apenas debajo de los treinta mil pies. Por eso creo que era la misma. Perfecta.
        Ya no me acuerdo si era o la soñé. Hace mucho ya que no miro la ventanilla, más aún, bajo la cortinita de plástico. Duermo sin soñar durante siete horas. Químicamente inducidas. No la recuerdo ni siquiera cuando subo a la montaña en invierno con la helada y es de noche. Porque ya la olvidé.

Jch, 17/8/09

jueves, 13 de agosto de 2009

Felipe I

      Me levanta de la cama inclusive antes de despertarme. Cuando conecto la consciencia escucho ya estoy despertado vamos a jugar.
      Vestirme, lavarme y abrazarlo es una continuidad que dura un puñado de minutos. Sé que debería ser más estricto, ya no es un bebé. Matamos unos monstruos que andaban por ahí y bajamos a jugar.

JCh 13/8/09

lunes, 10 de agosto de 2009

Caja de miedo

      Ya estoy adentro, es un lugar grande, oscuro, una habitación que conozco. Sé que sus límites están lejos pero la familiaridad me da seguridad. Estoy adentro y de pronto me doy cuenta que hay alguien que me está mirando desde un rincón desde la izquierda de mi espalda. No lo veo pero soy consciente de su mirada amenazadora, furiosa, con ojos inyectados en sangre, está listo para matarme. No puedo hacer nada. Congelado. Siento su terrible presencia. El miedo me llena por completo. Transpirando, confundido y agitado me despierta mi propio alarido, a esta edad la taquicardia no es joda.
      Los sueños en general no se recuerdan, pero éste es diferente, lo fui reconstruyendo en mi conciencia de a pedacitos, de tantas veces que lo soñé. Una y otra y otra vez vuelve idéntico en su desarrollo y desenlace. Está conmigo desde el principio de mi memoria, como un amigo insoportable que viene sin avisar en el momento menos oportuno pero igual nos desvivimos para hacerlo sentir cómodo, lo que lo hace volver y volver y volver.

Just a castaway, an island lost at sea, oh
Another lonely day, with no one here but me, oh

      Olor a verano, sabor a mar y textura sedosa, un mundo fácil, sin complicaciones (si las hubo, la memoria me ha regalado su olvido, gracias). Días simples, de las épocas donde la barra se juntaba en la calle, una logia acnéfila y vinilos comprados con esfuerzo.

More loneliness than any man could bear
Rescue me before I fall into despair, oh

      Las mañanas son olvidables ú olvidadas, lo mismo da. El almuerzo con milanesas caseras. Lo interesante empieza después. Sin acuerdo previo nos vamos juntando en alguno de nuestros lugares: el escalón de la despensa, la viscera del kiosco obviamente naranja o la galería de la carnicería de toldo a rayas verdes y blancas. Ahí se define la estrategia del día.

Ill send an s.o.s. to the world
Ill send an s.o.s. to the world

      Llueve, motivo sin culpa para no ir a la playa y quedarme leyendo. Ando por países de octubre y hombres ilustrados. Entusiasmo adolescente, los libros son devorados uno tras otro mientras mis amigos me empiezan a llamar a escondidas “el traga”, no entenden mis desapariciones de jornada completa de esos días.

I hope that someone gets my
I hope that someone gets my

      Esta noche vamos a comer pizza en Los Cuatro, te cobran el cubierto y comés todo lo que quieras. La legión enfila hacia su destino abarcando toda la calle, poderosos y seguros, con los suéters en la espalda atados por las mangas, cancherísimos. Somos los centuriones y volvemos del saqueo unas horas después con la panza como globo.

I hope that someone gets my

      Asalto en lo de Caio, fui su compañero de primaria pero nunca demasiado amigo. Ese día paso mil veces por el frente de su casa a ver si consigo la clave para entrar. El concilio de la tarde decide que nos apostaremos en la puerta y que yo sea el emisario que negociará el ingreso. Parece que van las chicas del Comercial y esto no se puede dejar pasar. Lo único que importa en la vida son los lentos.

Message in a bottle, yeah
Message in a bottle, yeah

      En este mundo de hombres valientes con hombros dorados sí que estamos cómodos, nos sabemos mirados y admirados por todas las mujeres (las lindas, es decir, las únicas visibles) de Playa Grande, pero no vamos a perder ni un minuto con ellas, ahí viene una que pinta de tubo.

Message in a bottle, yeah
Message in a bottle, yeah

      Sopita y a la cama, el sol me dejó una sensación agradable en la piel, acunado por la ducha tibia y las sábanas de algodón. La ventana abierta sopla un aire fresco con olor a noche, algún grillo y un motor lejano. Mi viejo tose en la cocina, no sé por qué no deja de fumar el boludo. El cansancio de un día entre las olas se siente como una vibración en los músculos jóvenes. Leo en la cama, de a poco las letras se desdibujan, se empantanan las páginas. Se me cae el libro sobre la cara y me despabila lo suficiente para apagar el velador, sacarme los lentes y nada más. El sueño llega suave, acariciante, dulce. Veo la puerta y entro, es un lugar grande, oscuro, una habitación que conozco.

Jch, 8/8/09

jueves, 6 de agosto de 2009

Los mails de los que mueren


      Juan, Q.E.P.D. Qué nombre tan común para alguien tan especial que hizo un culto de la amistad, eso sí, virtual; se jactaba de tener es su lista de correo más de mil direcciones de amigos, todos lo conocían así y por eso la placa de bronce en su nicho dice “juan@gmail.com”. Murió un día cualquiera, nadie sabe cómo ni de qué, lo encontró el portero sobre su laptop. Por encima de su cabeza para siempre inmóvil se leía en la pantalla “tienes 4256 nuevos mensajes”, a lo que nadie prestó atención. Todo estaba inmóvil, especialmente Juan, lo único que daba una sensación de temporalidad era ese ruido de campanita que hace la compu cuando llega un nuevo mensaje, que era casi continuo. Juan vivía solo, no se sabía de qué trabajaba, por su estilo de vida no debía necesitar mucho dinero ya que excepto por el delivery diario de pizza o empanadas que era lo único que comía, no parecía tener más gastos. Parece ser que recibía una renta de alguna herencia o parecido, no daba el tipo exitoso que se retira pronto y acomodado.
      El asunto es que cuando Juan murió, su laptop fue a parar vaya uno a saber dónde (sospecho que a la casa de alguno de los que trasladaron su cuerpo) por lo que los miles de mails acumulados seguirían allí mientras existiera Internet con sus mil amigos preguntando por él sin obtener respuesta alguna, un millar de amigos que no se conocían entre sí, sólo a Juan quien concentraba la atención y el control de esa especie de sistema planetario juancéntrico. Como todos tenían como único contacto a Juan, no se pudo hacer nada para rendirle un último homenaje al amigo entrañable, caprichos de los tiempos, amigos que sólo pueden existir si tenemos electricidad y banda ancha. Con el pasar de las semanas, y luego de varios intentos sin respuesta (Juan era muy querido, por lo que todos y cada uno de sus mil amigos no se daban por vencido), de a poco y con mala gana, dejaron de mandar mensajes que ya sabían no serían respondidos. Según el carácter de cada uno, iban rindiéndose ofendidos, enojados, desilusionados, abandonados... mil individuos sin duda componen un completo muestrario de las emociones humanas.
      Yo me enteré de todo esto porque vivía en el departamento de al lado, y cuando el portero fue a forzar la puerta para ver qué pasaba, asustado, me llamó para que fuera con él, y su intuición no le falló, pobre.

      Años después del suceso referido, me encontraba caminando por una calle en una de esas ciudades antiguas de Europa, laberintos abigarrados de casas en irreversible decadencia con olor a cebolla, curry e hígado frito las veinticuatro horas, siempre preservadas en el medio de alguna ciudad mucho más razonable, estas verrugas medievales siguen ahí para albergar inmigrantes ilegales y restoranes para turistas.
      Ya hacía un buen rato que daba vueltas sin rumbo fijo y ya me estaba aburriendo, buscando la forma de salir adivinando el rumbo en carteles en un idioma con todos los acentos posibles y alguno más. Andaba con ganas de ir a escuchar algo de jazz. Me gusta el jazz europeo, debe ser por lo que Django cambió para siempre en esta música, pero que no arraigó en América, fuckin' frenchies. Me llamó la atención una escalerita entre dos casas que descendía hasta la pequeña bahía con veleros y algunos botes que los paisanos usan para procurar la pesca del día. Vista desde la calle por la que estaba subiendo, este pasadizo invitaba a cortar camino hasta la costa donde seguramente encontraría el consuelo de una cerveza o vino sentado a centímetros del mar tranquilísimo. Sin dudarlo un instante, encaré con renovado entusiasmo el pasadizo, apenas un poco más ancho que mis hombros, si fuera un gordo de verdad, me quedaba encallado como en el cuento de Winnie Pooh, los escalones de piedra gastados, percudidos, desparejos y un poco quebrados (por su manufactura, guerra, terremoto o todo eso combinado) obligaban a prestar atención a la operación, por lo que yo sólo miraba la escalera calculando distancias y velocidades para el próximo paso. La escalerita era más larga de lo que parecía a primera vista, pasa lo mismo cuando estás en la montaña y mirás hacia abajo, como sea, mi atención en el piso quebrado no me pertimitía ver qué había en las paredes de los costados, pero por ese efecto que llaman visión lateral, sabía que las paredes eran altas y tenían salpicaduras de ventanas.       En mitad del descenso me toca pasar al lado de una ventana puesta más o menos a la altura de mi cabeza, me llamó la atención el relativo buen estado del conjunto: una de las hojas estaba apenas abierta, y unas cortinas de encaje blancas. Al pasar justo por debajo escuché una voz en mi idioma y acento que dice “tengo los mails que Juan nunca contestó”.

JCh, 2/8/09

Bed & Breakfast

      Parece que es temprano para los desayunadores, somos pocos, esos deben haber llegado anoche, gringos redneck, hay demasiadas tazas boca abajo en su platitos, vírgenes todavía esta mañana, que mal que dormí, el pollo me salió bárbaro, pero me pasé con el vinardi, me cae pesado y después estoy a las puteadas, toda la noche con pesadillas pero no me acuerdo ninguna, que sed de mierda toda la noche, que cagada, está el pesado de ayer, para qué le abré compartido el vino, el boludo se creyó que el chinchín era un ritual de hermanamiento entre clases sociales, la puta madre, no podía creer las idioteces que me decía, “trivialidades” como me gusta decir a mí en mi nueva pose de escritor maldito, tanto me rompió las pelotas con lo del traslado a Rosario que empecé con la sanata del pibe sofisticado que conoce el mundo y le abro mi corazón contándole lo sacrificado que es viajar en avión, concer países, todo sea por la familia y como era de esperar este nabo se creyó que un semidios le permitía acceder a su intimidad, a medida que yo seguía hablando el tarado cada vez se ponía más chupamedias, ofreciéndome consejos de tipo con un camión de experiencia ya que es hijo de padres separados, de qué mierda me habla, encima eza voz de pito es insoportable, para que le habré convidado vino.
      Qué suerte que me levanté temprano, ahí viene, pobre, está hecho mierda, si lo sabré yo que soy hijo de padres separados, claro, un tipo importante como él no debe poder parecer que está mal, debe tener cosas reimportantes para hacer y esa gente no es joda, que golazo venir a esta pensión, que envidia que conoce el mundo y en cuantos países estuvo, encima me dijo que habla tres idiomas, que suerte, fachero, con guita y remacanudo, para mí que tiene quilombo con la jermu, sino que hace viviendo en una pensión cerca de su casa, el pobre se rompe el culo laburando y mira vos, mi gordita es de fierro, esta sí que no me deja a pata, se arregla con las dos lucas del reparto, al final la guita no da la felicidad como dicen. Hola buen día sentate acá vení querés el diario igual yo ya lo terminé de leer toma una tostadita el pan esta recién hecho ponete cómodo dormiste bien yo me levanté tempranito a tomar unos mates con el muchacho que te conté se iba hoy a las siete a la isla me salí a fumar un cigarrito y me cagué de frío no se veía nada de la niebla que había que cagada como estas bien la verdad esta pensión esta buena pero me dijeron que venga en setiembre. Gordi, ¿queré una tostada?
      Tren de la costa y despues tren hasta retiro estacion toma cuarenta minutos de viaje. El barrio de san telmo ese tipo recomendo a mi puede ser salvable, dijo yo tengo que tomar un bus o por taxi. Jim me lo recomendo tambien por el tango perfomance cuando leyo ese libro pero no era san telmo, he recuerdo parque yaz. Tengo que hacer una decision sino no tengo tiempo de falls. Como vengo a puerto pyramid? Por bus dos jornadas, por vuelo ayica mi presupuesto. Este tigre apesta, la guia dice subtropical foresta, fucking frio me estoy congelo. El ronda en vessel apesta, estupido tipo. Yo mejor pago y voy San Telmo, dice que hay nice hostels.
      Estos negreros no me dieron franco por la última semana de vacaciones, hijos de puta me pierdo el cumpleaños de la Claudia y yo acá con estos gringos de mierda; qué quilombo dejaron en la cocina, deben vivir como chanchos, drogadictos, fuman esa cosa que tiene olor a pasto quemado y se ríen como boludos. Y ésta que otra vez me cagó y llegó tarde así que otras vez la boluda arregló el quilombo ella solita y la quincena es igual para las dos; esa Claudia no se qué se cree, la Reina de Java porque se enganchó a ese pelotudo que se la da de agrandado porque trabaja en el Centro, lo deben usar de trapo de piso y acá se hace el piola, vamos a ver si se agranda cuando le metan una patada en el culo.
      Críticas al Gobierno en la inauguración de La Rural. El campo dice que ya no es una vaca a la que se ordeña mansamente. Otra colección de la Segunda Guerra Mundial, la verdad ya tengo los huevos llenos, mejor le entro a escribir y leer lo que Francisco me dice, está bueno, sale fácil, el problema es que salga bien. No sé para qué leo el diario el domingo. Chile, Brasil y Uruguay adelante, a pesar de haber llegado a la democracia después de Argentina, muestran un mayor grado de desarrollo. Puta madre, que cagada este país de mierda, me chupa un huevo esta mierda, tengo que seguir laburando para afuera. A pesar de las promesas de cambio, no hay soluciones a los problemas de fondo ni a las retenciones. El campo en estado de alerta una vez más. ¿Cómo pueden ser tan inútiles? Uno se rompe el orto estudiando y haciendo bien las cosas y estos conchudos se atornillan en el Congreso y se comen las eses Este pesado me sigue chupando las medias, mejor sigo con el diario y no le doy bola, que se vaya a cagar, igual no se va a dar cuenta. ¿Qué carajo me importa que maneje una camioneta de reparto? Grasa. ¡Chau viejito, la verdad fue un gustazo conocerte, espero que nos veamos de nuevo por acá! ¿Dijiste que venías para Setiembre? A lo mejor nos vemos. ¡Un gustazo che!


Jch, 2/8/09