martes, 1 de febrero de 2011

Angustias desprendidas

Anoche soñé pesadillas; en realidad, no fue exactamente anoche, desde el comienzo supe que fue a la madrugada, justo antes de amanecer. Soñaba cosas pequeñas, duraban poco y se desprendían en trozos de angustia que se perdían a los pies de la cama. Las angustias y la forma en que se iban, me recordaron un peine que pierde de a uno sus dientes y se siente aliviado. Cada tanto me despertaba, apenas recordando la forma en que las últimas habían flotado: giraban despacio, como trompos, eran de color plateado, ‒mejor dicho: gris acero, bruñido‒ desparecían en el abismo que se abría luego de mis pies cubiertos por las sábanas revueltas. No sé cuántas veces desperté, fueron varias. Cada vez, venía la misma preocupación a preguntarme si al volver, el peine aún estaría allí… él siempre estaba.

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